La filosofía del Aikido gira en torno a la
resolución de un conflicto.
Nos enseña que frente a cada ataque hay dos
resultados posibles y una sola forma de resolverlos a nuestro favor.
Y
en todos los ataques, la clave es la misma: tomar el centro de tu
adversario.
Cuando tu brazo está aprisionado por un agarre fuerte y seguro de tu oponente el Sensei te repite: Tiene tu brazo, estas en
desventaja aparente.
No malgastes tu fuerza en el punto del conflicto,
tiene solo tu brazo; concentrate en todo lo que te queda libre del
cuerpo.
Tiene solo tu brazo; no le entregues tu centro.
Por ese motivo,
poco importa la fuerza o el tamaño del oponente cuando el centro es
nuestro.
Mas duro es el ataque, mas duro caerá nuestro adversario.
Hace
por lo menos 4 años que venimos subestimando la llave con la que nos
tenía agarrado el enemigo.
Y tiramos y tiramos del brazo sin tomar en
cuenta los dolores, porque somos fuertes. Tiramos hasta desmembrarnos
las articulaciones, y cuando nos quisimos dar cuenta, ellos tenían
nuestro centro.
Hoy estamos en el piso y antes de levantarnos tenemos
que tener algo bien claro: Nuestro enemigo ahora es mas fuerte y nos va a
agarrar mas duro todavía.
Pensemos que hacer con todo los que nos deja
libre, calibremos muy bien los movimientos y tomemos, de una vez por
todas, su centro.
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