En mayor o menor medida, los casos de adicciones conllevan un estigma que roza la debilidad de voluntad o la conducta displicente.
Poco se habla de las muchas oportunidades en las cuales nuestras actividades laborales, nos conducen inevitablemente por ese mal camino cuyo trayecto se sumerge en las oscuras aguas de las adicciones.
Tal es el poco publicitado caso de Carolina Ardohain, mas conocida por nosotros como “Pampita”, que luego de sucesivas sesiones de tintura, adquirió una extraña dolencia que altera su percepción, al punto de no poder diferenciar a Macri y De Narváez de un peronista, o a un tarro de Bamboche de un frasco con la primera de la mañana.
Esta última confusión la condujo a un desagradable desorden alimenticio que se ha transformado en un hábito adictivo difícil de abandonar.
Por estos días, Pampita; (mas conocida por sus allegados como “la Mosca” o “Pampita la que come caquita”) se encuentra en un centro de rehabilitación con pronostico favorable, en donde también habrían atendido a La Rubia Tarada con Sumo cuidado.
Es muy importante no discriminar al adicto señalándolo con el dedo; ya que la adicción coprofágica es bastante mas común de lo que se cree.