Un silencioso acto de vandalismo, una pequeña venganza con el humor fácil como herramienta,
contra lo que día a día nos obligan a consumir visualmente. Ninguna pretensión mas allá de esto.
domingo, julio 31, 2011
Vos, sos bienvenido?
Para que no vengan con que esta gestión es puro cotillón y obras sub-ejecutadas, aquí tenemos el anticipo de lo que se viene en cuanto a las PROpuestas Buenos Aires 2011.
Ya sabíamos que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer; hoy sabemos también que detrás de un Mauricio hay una Juliana Awada.
Y gracias a su valioso aporte vamos para adelante con esta idea que ella así explica brevemente: La estética de los pueblos originarios es copadísima mientras no venga acompañada precisamente de los “pobladores originarios”.
Horacio Rodriguez Larreta aclaró: Nada tenemos en contra de los bolivianos o peruanos, siempre y cuando no desentonen con nuestra depurada etnia europeo-descendiente. Por eso vamos a reemplazar a los inmigrantes que vivan dentro del radio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que no cumplan con los requisitos raciales mínimos por inmigrantes caucásicos correctamente customizados mediante un Evo Pret-A-Porter especialmente concebido por Juliana, para que sigamos teniendo a nuestros bolivianos pero security-friendlys; sin temor a que nos coman a nuestros niños o mucho peor aún, que nos contagien su aspecto o costumbres extrañas mediante frutas y verduras contaminadas, por ejemplo.
Quiero al mismo tiempo transmitir tranquilidad a los ciudadanos bolivianos y peruanos de ascendencia europea, que con ellos no es la cosa, ya que les repito que nada tenemos en contra de nuestros hermanos latinoamericanos, mientras no sean negros, obvio.
Asimismo tendremos consideración especial con el bolivianismo encubierto en los casos de albinismo o al boliviano dálmata en presencia de vitiligo.
Finalmente el reelecto Jefe de Gobierno agregó para cerrar la idea:
Racista yo? Si tengo un asesor ecuatoriano!
Y así, una vez mas queda demostrado que los porteños no necesitamos mas soluciones que esa que nos libre de los negros. La que nos saque de la vista ese deforme espejo de la risa que nos muestra nuestra falta de conciencia de clase.
Porque no existe otra explicación para este nuevo cachetazo a Buenos Aires. La simpatía por la política de la "no política" y toda la carga ideológica y los personajes oscuros de siempre que vienen enganchados como interminables vagones detrás de la amable locomotora de este tren fantasma que solo propone como vacua letanía "bajar el nivel de agresión".
Con un pedazo de pizza en la boca hacemos gala de nuestra capacidad de reconocer al negro cabeza, al pibe chorro, cumbianchero, portador de gorrita, capucha, estigma y esa tan temida melanina reconcentrada que nos recuerda todo eso a lo cual no nos queremos parecer ni por un segundo, aunque vivamos en el medio de ellos, porque somos solo uno mas. Nos gusta argumentar sólidamente contra el marginado, comiendo heces, comiéndonos las eses y vomitándolas como remate de un "vistes" silbador.
Sucumbimos una y otra vez a la tentación de burlarnos del cantito boliguayo, con palabras huecas plagadas de “yes” que dejen bien en claro que “Sho no hablo como eshos!”.
Y somos capaces de pagar el precio mas alto por todo esto. El de entregarle la ciudad a los buitres de los 90’s. Solo a cambio de la nada, de aire encerrado en muchísimos globos con los que tapar nuestro egoísmo, nuestra prepotencia, nuestra indiferencia a lo evidente.
Nuestra ignorancia mas profunda.
Hace 17 años decíamos 47 % indignados y 27% solidarios “todos somos judíos”; hoy nos importa una reverenda mierda elegir a un delincuente procesado que puso al frente de la metropolitana nada mas y nada menos que al Fino Palacios.
Y nos importa una bosta porque era una mentira hueca como un globo.
Judío yo? Que el prepucio se te haga a un lado!
Y de ahí para abajo; y para arriba y para los costados, ya nada importa un choto.
Ni los palos de la UCEP (que todos pagamos y a nadie pareciera preocuparle mas que las asignaciones por hijo o las jubilaciones anticipadas) a la gente en situación de calle. Ni la roña indescriptible que reina por las calles a pesar de los impuestos aumentados una y otra vez. Ni las licitaciones fraudulentas con el Grupo Clarín para la compra de las netbooks con sobreprecio para entregarla a los chicos excepto que sean bolivianos. Ni los desastres que hizo con el Teatro Colón, ni los recortes hasta el cierre de los centros culturales barriales.
Ni siquiera importa el famoso “caos” de tránsito al que hacen alusión cada vez que una protesta nos hace llegar unos minutos mas tarde a nuestro mediocre destino, o el subterráneo sub-ejecutado con contracción de deuda solo para el beneficio de las consultoras conniventes con el Gobierno de La Ciudad.
Y la lista de nimiedades sigue hasta el vómito.
Y no importa una mierda.
Porque el porteño no sabe leer su propia realidad.
Porque somos los nuevos analfabetos del siglo XXI.
Analfabetos incapaces de decodificar lo que está pasando frente a nuestras propias narices.
Analfabetos con trabajo, cuota del auto, alquiler.
Analfabetos con prepaga y colegio privado para los chicos, de esos en los que los maestros no hacen paro.
Analfabetos empeñados en la heróica tarea diaria de tirarse pedos mas arriba del culo.
Analfabetos que no saben que lo son. Sin conciencia de clase. Perdidos a su suerte.
Los analfabetos del siglo pasado eran concientes de su limitación y los curabas simplemente enseñándoles a leer.
Los del siglo XXI son bastante mas complicados, porque hay que enseñarles a leer con sutileza. Y se sabe que la sutileza murió como tantas otras cosas, víctima de un brutal atentado durante los años noventa.
Alguien dijo que la mitad de los porteños le daban asco.
A mi me dan vegüenza.
Y una tristeza infinita.
Dedicado a mi compañera, que pasó el día en el campo de batalla a pesar del frío y la chatura, mientras yo escribía estas estupideces al lado de la estufa.
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