Promediando la década de los ochentas, la Guerra Fría se encontraba
enferma de muerte sin saberlo aún.
Sin que lo supiéramos aún, el HIV se expandía silencioso cual reguero
de pólvora con el consentimiento de ser el rosado castigo para putos.
Por ese entonces, mas precisamente en 1986, Peter Gabriel nos partía
el melón con el video de su soul-funky “Sledgehammer”.
Recogiendo una vez mas el guante del Stop-Motion para enfundar la mano
de Aardman Animations, nos puso en nuestras teles a rayos catódicos imágenes
como esta:
Veintiséis años después, flotamos en el incierto mar de una crisis
económica internacional mientras vemos como el oleaje se lleva puestos a
musculosos surfistas.
La Guerra Fría yace cual blancanieves muerta a los pies de las
atrocidades que le sucedieron y el HIV pasó de ser la peste mataputos al
tranquilizador hit de los marginales, de esos que salen en Policias en Acción.
Zafamos otra vez.
Hoy por hoy, nuestra principal preocupación consiste en que nuestro
dinero se convierta en dólares que no sabemos bien para que mierda necesitamos,
o en su defecto en otros bienes comestibles un poco mas vitales.
A dos años de concluída la primer década del famoso siglo veintiuno,
con el fin del mundo pisándonos los talones, Alberto Samid recluta un selecto
equipo de carniceros grafiteros y tomando posesión del paredón del Ferrocarril
Urquiza, a cien metros del cementerio de la Chacarita, regala al distraído
transeúnte postales como esta:
Sin dudas, lo mejor que hizo el matarife desde aquel histórico galletazo que le puso a Mauro.