
Julio César Loprete era un hombre común, como usted, como yo o como Rudy Santos.
Sin embargo su vida dio un vuelco una desafortunada mañana de octubre; desde octubre, nada volvió a ser igual.
Siendo despertado violentamente por su celular (al que sus amigos el día anterior habían cargado un ringtone de Mauricio Macri cantando “We will Rock You”), Julio César salta de la cama y corre a buscar el paradero del maldito aparatito, pateando en su desesperado recorrido una mesa ratona de algarrobo, con el dedo meñique de su pié izquierdo.
Atravezado por un dolor de la conchisumadreylaputaquelorreparió; JC atiende el teléfono y escucha a su representante que dice haberle conseguido una sesión fotográfica para una conocida cadena adelgazachicas.
Julio César es modelo publicitario.
Luego de un poco de hielo y un viaje de dos horas desde su casa hasta el estudio en Palermo Gólico; solo recuerda el episodio de la mesa ratona por el esporádico latido de su dedito dentro del zapato.
Sin embargo el golpe había tenido un efecto secundario que no tardaría en notar.
Resulta que justo en ese dedo se encuentra una glándula muy poco publicitada, que es la encargada de inhibir la locución de lo que estamos pensando en tiempo real.
(para los incrédulos está el ejemplo del Diego, que así le quedó la glandulita de darle que darle toda la vida con la zurda)
Demás está decir que luego de la lamentable escena que reproducimos, Julio César pierde el trabajo de la sesión fotográfica, como así también el saludo de su representante que, in situ, borra su número de la agenda del celular.
Por desgracia aquí no termina la cosa; ya que después de las dos horas de viaje de vuelta, JC busca refugio al infortunio laboral en la intimidad con su pareja. El saldo del encuentro sexual es de dos costillas rotas y un pulmón perforado con un bolígrafo bic, luego de que en pleno acto le dice a su mujer “definitivamente tu hermana lo hace mejor que vos”.
Camino al hospital Castex, nota que el fornido enfermero que lo acompaña en la ambulancia tiene tatuado en su brazo el escudo de Chacarita Jrs. y debajo la leyenda:
“Chaca, te quiero mas que a mi vieja”.
En este punto vemos como un detalle aparentemente nimio como patear una mesa ratona puede ser mas peligroso que comer sándia con vino.
Y entonces sucede lo inevitable: “Seis a cuatro el domingo, como les rompimos el orto… hacete de Atlanta, maricón…”
Lamentablemente Julio César ingresa al hospital sin vida, ya que en una frenada brusca, (de acuerdo al relato del enfermero) se traga accidentalmente un paquete de algodón que le provoca la muerte por asfixia.
El SSA puede tocarle a cualquiera y la única vacuna es la prevención.
Por eso, ojo al piojo con las mesas ratonas.