Un silencioso acto de vandalismo, una pequeña venganza con el humor fácil como herramienta,
contra lo que día a día nos obligan a consumir visualmente. Ninguna pretensión mas allá de esto.
jueves, febrero 26, 2009
Custom Homeless
En un gesto que lo ennoblece, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha mostrado una vez mas su preocupación por la gente de la calle.
Yendo mas allá de la plataforma partidaria que propone combatir el hambre y la pobreza comiéndose a los que están por debajo de la línea de esta última; el Pro desde su posición mandataria, lanza el “Custom Homeless”; un ambicioso plan de reestilización de vagabundos.
Reconociéndose en sus limitaciones, el Gobierno de la Ciudad afirma que “el problema de los pobres es un quilombo que hasta ahora nadie pudo resolver. Además esta demostrado que los pobres a nuestra actividad, son como los gases en una combustión: un residuo inevitable”.
Habiendo desechado el plan inicial de “arrojar los residuos al océano” (porque es anti-ecológico y porque no va a faltar el exagerado que venga a joder con lo de los derechos humanos) se echó mano al nada despreciable plan de “esconder los residuos debajo de la alfombra”.
De esta forma, durante el próximo mes de marzo, los escuadrones customizadores recorrerán las calles de Buenos Aires, (comandados por Jorge Ibañez a bordo de camionetas bañamascotas) levantando a cuanto croto con tetrabrick encuentren tirado por ahí, para bañarlo, afeitarlo, vestirlo, emperifollarlo y finalmente tirarlo otra vez a la calle, armado de un buen Cabernet Sauvignon para paliar el frío del otoño que se nos viene encima.
De esta forma el Gobierno de la Ciudad, demuestra su sensibilidad ante la cruda realidad social (no hay nada que moleste mas a la sensibilidad del Gobierno que la monada que duerme en la calle) y si bien no apunta a solucionarla, por lo menos intenta ponerle un poco de onda a la cuestión.
Como con lo de las reposeras en las plazas, viste?
Porque ya lo dijo Cristo en su momento: “siempre habrá pobres entre nosotros”; frase que supo recoger el pensador moderno Carlos Salvador Menéndez y perfeccionarla a la mas funcional: “siempre habrá pobres entre ustedes”.
Así que no lo dudes: mandá CROTO al 2020 con la ubicación de ese indigente que afea tu vereda, y participá en el sorteo del último Peugeot 504 fabricado por SEVEL!
Mirá que se pone bueno Buenos Aires, eh!...
sábado, febrero 14, 2009
Panchotto Models VIII
Se sabe que casi tan nocivo como comer en exceso, es el alimentarse mal con el supuesto “noble propósito” de bajar unos kilos y verse en línea.
Es por eso que es tan necesario que un especialista en nutrición elabore una dieta a la hora de emprender la lucha contra la balanza y la panza; ya que de otra forma corremos el riesgo de alimentarnos deficientemente.
Ofelia Barroso, no hizo caso a estos consejos y se impuso una dieta baja en calorías basada en su sentido común.
Y como el sentido común es el menos común de los sentidos, Ofelia fue sorprendida por ella misma una tarde a la salida de su trabajo, contando con solo 16 calorías con las que tenía que tomarse el 114 de regreso a su casa, sostenerse en pié durante todo el trayecto juto con su cartera de mano de 2,7 kg, levantar las llaves para abrir las puertas de su domicilio y lo mas dificultoso de todo: apretar el cuerito para no mearse encima en el viaje.
En un último rapto de lucidez pudo evaluar que nunca podría con todo aquello; lamentablemente este razonamiento le consumió 9 calorías dejándola con un rendimiento intelectual al nivel de un caracol de jardín o una Karina Jelinek.
En este estado, se propuso la ingesta de algo que le proporcionara un extra de energía sin salirse de la dieta (tranquilos que ahora no aparece Maju Lozano vendiendo yogures para bajar de peso haciendo caca)
En la creencia de que estaba comiendo un paquete de galletas de arroz, la buena de Ofelia se comió entero y por error el embalaje de telgopord de la notebook de su jefe.
El saldo de la funesta ingesta fueron unas vacaciones en el hospital de gastroenterología (donde todavía la recuerdan cuando encuentran bolitas de telgopord en el baño) y un problema de meteorismo crónico agudo.
De tal modo Ofelia, en una crisis gaseosa puede llegar a producir en pocos minutos la misma cantidad de gas metano que tres Aberdeen Angus en todo un día.
Fue en una de estas crisis que Panchotto (que también estaba al pedo) la vió surcar el cielo de Mataderos y se dio cuenta de que veía pasar a una nueva integrante de su staff.
Hoy trabaja para él en la división “desfiles de altura”.
Mas de una vez se lo ha visto al mismo Panchotto cerrar los desfiles con una rutina muy bonita, en la que sale a la pasarela llevando a Ofelia atada de un piolín junto a un racimo de globos de gas…
martes, febrero 03, 2009
Mascotas III
Quizás haya quienes se pregunten si todavía existe vida en este blog.
Seguramente sean muchos mas los que se alegren las tardes especulando con la idea de que su autor haya sido abducido por una nave plutonita, o mas probable y espectacularmente, haya sido atropellado por un camión jaula celestito, en ocasión de cruzar en diagonal la intersección de Nazca y Juan B. Justo.
Para alegría de algunos y tristeza de la mayoría, solo se trató de una ausencia por vacaciones…
…
... está bien, está bien, es cierto que estuve ausente por ese incidente sin importancia con los sahumerios de cantimpalo.
Pero como le dije al cabo Sandoval; eran para consumo personal y cuando me detuvieron en la puerta de la escuela, yo los estaba regalando, no “vendiendo”.
En fin…
Lo cierto es que se portaron pulenta en la 45 de Devoto, y me dejaron pasar la cantidad suficiente de mercadería al calabozo, como para hacer de mi estadía algo mas agradable.
De tal forma que con la ayuda de una manta, el agua del inodoro y una almohada; pude hacerme a la idea de que estaba en una playa soleada, en compañía de una chica hermosa (no saben lo cariñosa que puede ser una almohada); y no hacinado con 20 tipos entre los que se contaban personajes temibles de la talla de un violador de aves de corral, o un escribano.
El caso es que por mas imaginación que le puse, no pude escapar de la trampa de recrear los tan temidos hits del verano de nuestras costas.
Así fue que aparecieron las hordas de camarones humanos corriendo a la playa a partir de las 11:30 para adquirir en cuotas un hermoso cáncer de piel. Como también los niños que tiernamente corretean a tu alrededor, pisando tus pertenencias o pateándote arena en la cara, haciéndote pensar que Herodes en realidad era un tipo copado.
Tuve la posibilidad de consumir churros con arena, sámbuches con arena, mate con arena; o incuso albergar estas simpáticas partículas en lugares tan amigables como los ojos o el culo.
Y por supuesto que fui a la playa pintado con esmalte sintético, para que mi hermoso bronceado de LCD no mute a un “a la plancha vuelta y vuelta”.
También estuvieron las mujeres en la calle costanera, que sorprendidas por el repentino pudor que se desarrolla al alejarse 100 metros de la playa se enfundan en shorts que se mojan con la malla y que nos muestran imágenes imposibles de desasociar de la incontinencia urinaria.
O los vendedores de pajaritos de agua que se te instalan a un metro tuyo a hacer la demostración gratuita de su encantador producto durante media hora, para irse después dejándonos rodeados de niños soplando esos infernales pajaritos, que nos hacen evocar un rifle de aire comprimido.
Pude practicar el “armado de la carpa”; una oportunidad imperdible para demostrar la destreza masculina frente a nuestra compañera, y terminar vencido por el viento, la arena, la pérdida de una de las putas estacas y su infructuosa búsqueda que nos lleva a enyoguizarnos y decir: “Ahhh! Como odio el puto viento y la arena! La próxima nos vamos a las montañas y se van a la concha de la lora!”
(Luego de este fracaso, se vuelve a doblar la carpa para meterla a presión en la bolsa y llevarnos con ella como 20 kilos de arena para poder desparramar en el departamento)
Un personaje interesante fue el vendedor de pirulines que apareció en su versión mas temible conocida como “el payaso Pirulo”.
Ya de por si, pensar en comer algo tan pringoso como un pirulín de caramelo lamido en un escenario en el cual el 50% de la atmósfera se compone de arena voladora es una propuesta tan tentadora como la de tatuarse una reproducción de Mordillo en el escroto.
Si a esto le sumamos que quien los vende es un gorila de 1,95 y 120 kg que se coló una pepa rodado 20 para salir vestido y pintado de payaso con 64 grados de temperatura…
Y ni hablar de las laceraciones varias en los pies, producidas por exposición a sustancias y situaciones desconocidas para ellos, como la arena, el agua salada, el sol en los empeines (siempre olvidados en la religiosa untada con factor 451 para bebés prematuros) y hasta algún tirante de carpa que nos tiende turramente una zancadilla.
Y para que no nos olvidáramos de la ciudad, no faltó el boludo con celular; que seguro tiene cosas insoslayables que atender hasta en la playa, por lo que se asegura de tener crédito y batería para usar el móvil ya sea mientras monta una banana inflable o al ser devorado por un tiburón tigre.
Para terminar con este rosario de veranidades playerísticas, queda enumerar el punto mas difícil de digerir de todos y que tampoco faltó: el abandono de mascotas.
Y aquí vamos con el real propósito de este post.
Resulta que en una de mis caminatas diarias por la playa (en las que reflexiono sobre la nobleza del alcaucil mientras escucho en mi MP3 “Envuelve, envuelve sin parar” de Barney) me topé con esta simpática criatura, famélica y abandonada por su dueño (a juzgar por su triste mirada y el grosor de sus piernitas), en medio de la playa, sobre una lona y con solo unos mínimos retazos de tela para cubrirse.
Tal pena me dio, que no pude hacer otra cosa que llevarla conmigo para brindarle un hogar; comprobando de inmediato su cambio de ánimo camino al departamento, al verla corretear a mi alrededor con la lengua afuera como un cachorro contento.
Mientras caminábamos iba pensando en como se llevaría con la gata y en lo contenta que se pondría mi mujer cuando la viera.
Sin embargo creo que no evalué bien la situación, ya que ella, lejos de alegrarse, me detalló las inconveniencias de adoptar a esta mascota, argumentando que iba a llenar la casa de pelos y que seguramente al dejarla sola destrozaría los zapatos, los sillones y la tarjeta de crédito.
Sin dudas fue mas que elocuente cuando dijo que si la criatura no abandonaba la casa en los siguientes 30 segundos, mi seguridad personal corría grave riesgo, ya que podía terminar con una fractura de parietal por cabecear una plancha.
También mencionó algo sobre “castrar”; pero no me quedó claro si la propuesta era para la mascota o para mi, ya que en ese momento nos despedía con una brillante lluvia de acero inoxidable, proveniente del cajón de los cubiertos.
Y aquí me tienen entonces, mis queridos: buscando un dueño para esta pobre mascota abandonada por un insensato que solo la compró para entretenerse en el verano (no se porqué no se compran un libro como hace tanta gente).
Creo que se llama Carola (no tenía chapita, pero si una etiquetita que decía “Dulce Carola”) y ya está enseñada, ya que pide para hacer sus necesidades o para ir de shopping.
Si alguien sabe de un hogar que la quiera recibir, simplemente chifle.
O mejor mande un mail que es mas efectivo, no?
De todas formas todo esto era imaginario, creo; así que por las dudas no me den demasiada bola.
Que mañana se me pasa.
Y todo esto será solo parte de un maaal sueño…
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