Relaciones Peligrosas II

La irresponsabilidad de la gente a la hora de comprar una mascota de compañía, está creciendo en forma alarmante.

Mas allá de los casos absurdos en los que se compra un animal salvaje tipo puma o boa constrictora con la intención de que duerma a los pies de la cama; está muy difundida la adquisición de razas caninas por designios de la moda o la prepotencia interior.
Asi como hace años asistimos a una oleada de siberianos que la gente compraba porque “son re-lindos con esos ojitos celestes!”; últimamente podemos ver la proliferación rottweilers y pitbulls con el argumento de que son razas que brindan seguridad a sus dueños.

De esta forma nos enteramos luego de casos en los que los pichichos se vuelven incontrolables bestias capaces de comerse a un bebé con mayonesa, o de arrancar la pierna de una abuela hasta los clavos de la cadera, o de envenenar con una cápsula de cianuro a un ex represor de la última dictadura militar.
Demás está aclarar que la culpa no es del perro, sino del que le da de comer (sobre todo si se lo acostumbra a una dieta de bebés con mayonesa)

Un caso que me ha tocado de cerca es el de mi amigo Juan Pablo, que a la hora de comprarse uno, y para no caer en las razas antes mencionadas; optó por el gran danés, que consideraba un perro que impone respeto por su tamaño, pero que básicamente es un animal tranquilo.
El pobre Juampi tuvo que comprobar en carne propia que este carácter amable del can, en realidad escondía a un ser frío y perverso, capaz de dominar su vida a fuerza de violencia psicológica y amenazas encubiertas.

Hoy en día mi amigo duerme ovillado en una colchoneta en el lavadero de su casa, come lo que le deja el perro en la heladera, y una vez a la semana le otorgan el privilegio de empuñar el control remoto del televisor.
Cualquier intento de rebelión de su parte es aplacado por la fría mirada del can acompañada de un chasquido con el que imita el sonido del sable láser de Darth Vader.