Un silencioso acto de vandalismo, una pequeña venganza
con el humor fácil como herramienta,
contra lo que
día a día nos obligan a consumir visualmente. Ninguna pretensión mas allá de esto.

martes, febrero 12, 2008

Este post resurgió de sus cenizas como el Gato Félix VIII

PRÊT À PORTER:

Desprendido de la lógica evolución y de las modas; el aspecto de nuestros agentes de policía lejos está ya de aquel acartonado efectivo de los años setenta.

La maravillosa década de los noventa, entre otras cosas lindas, nos trajo un look mas “Miami Vice” para nuestros polis, permitiéndoles usar ropa mas cómoda y apropiada para el trabajo en la calle, incorporando de esta forma la camisa manga corta para el verano y la campera con corderito para el invierno.
El American Look fue acompañado de adminículos mas caros, como fueron los Chrysler Spirit, que por aquel entonces le daban a las calles de Baires un toque LA, y que hoy en día podemos ver abandonados y reventados, por ejemplo, en la cuadra de la comisaría 39º de la av. Olazábal; pero eso es parte de otro tema…

Hace un par de años, por cuestiones de seguridad, se incorporaron dos accesorios lamentablemente necesarios para el trabajo en la calle, que le dieron al federal el aspecto al que hoy en día estamos acostumbrados.
Estos accesorios fueron el chaleco reflectivo y el antibalas.
Tristemente justificados (el primero por varios casos de efectivos atropellados en horario nocturno, y el segundo por razones mas que obvias) estos adminículos forman parte del rati-kit junto con la gorra y la Browning 9 mm.

El chaleco reflectivo produjo un efecto interesante en las calles porteñas, principalmente en las esquinas; ya que a primer golpe de vista, muchos conductores llegamos a confundir a los policías con los tachos de basura (y viceversa) que gozan de un “lejos” cromático similar, con su cuerpo naranja y tapa negra.
Es material de análisis el efecto “espantapájaros” que estos basureros producen en los conductores, llevándolos a reducir la velocidad, bajar el celular, o abrocharse el cinturón de seguridad en forma compulsiva.

Distinto es el caso del chaleco antibalas, que ha ido evolucionando en diseño; convirtiéndose también en “faja reductora” y práctico “portaobjetos”
Asi es que podemos ver a los agentes disimulando un poco la clásica busarda federal y llevando en el blindaje su teléfono celular, el talonario de boletas, el MP3 y hasta un revólver de refuerzo.

Y resulta que mirando el noticiero, esta mañana, descubrí una nueva evolución en la practicidad de esta prenda policial.

En un edificio del barrio de Caballito, asistieron los efectivos de la seccional 13 ante el llamado de unos vecinos por el presunto robo a un departamento que se encontraba vacío, dado que sus dueños estaban de vacaciones.
Allí fueron entonces nuestros abnegados agentes al servicio de la comunidad.

Al rato de ingresados al domicilio en busca de pruebas que permitieran dilucidar lo ocurrido, los dueños del inmueble se hicieron presentes.
En ese momento, uno de los integrantes de la familia, pudo notar que del chaleco antibalas de uno de los efectivos, asomaban unos papeles que reconocia como suyos.
Viéndose increpado por el dueño de casa y haciendo uso de la agudeza intelectual que caracteriza a estos “servidores” de la ley, el agente respondió que se trataba de unos papeles que usaba para “secarse la transpiración”.
No conforme con esta explicación, el propietario insistió con el detalle, y pidió que se lo registrara.
Ante lo insostenible de la situación, y luego de quitarle el chaleco, sus compañeros debieron reconocer que debajo de la prenda se encontraron algunos objetos de valor, como teléfonos celulares y alguna que otra joya pertenecientes a la familia damnificada.

Producido un nuevo hecho delictivo, no hubo mas remedio que… llamar a la policía!!!
Siii!!! Vino otro patrullero de la 13 a llevarse detenido a su propio compañero, no sin antes tapar todas las pruebas y encargarse de hacer desaparecer unos diez mil pesos que los propietarios tenían en el departamento.

Sinceramente me encuentro sorprendido una vez mas, de lo versátil que puede ser un chaleco antibalas.
De eso me encuentro sorprendido; porque del comportamiento de estos empleados públicos calzados, lamentablemente ya nada me sorprende.

Una vez mas no me sorprende su impunidad inmoral.
Una vez mas no me sorprende su corporatividad para esconder la cacona, quedando manchados todos hasta las pestañas.
Si una seccional entera se encargó de encubrir en su momento a los policías que tiraron a un chico a “nadar” al riachuelo provocándole la muerte, como no van a hacer lo mismo con un compañero al que se le quedaron pegadas unas chucherías debajo del chaleco…

Pasarán esto en “Policías en Acción”?
Estaría bueno, no?

No hay comentarios.: