
Esa mañana de miércoles, Teresa Pizzini pensó que haberse topado con semejante obra de la arquitectura intestinal de un labrador retriever era lo peor que le podia pasar. El pobre zapato difícilmente sobreviviera a semejante embadurne.
De todas formas nuestra heroína prefirió tomarse la cosa por el lado amable, y pensó en los buenos augurios que genera el comenzar el día propinándole un pisotón a un sorete machazo.
El transcurrir de la jornada le demostraría lo contrario.
Ya en el viaje a su trabajo, en el 165 que va a Once, debió soportar un insufrible sangüichito entre un apoyador compulsivo y una señora con serios problemas gastrointestinales.
Una vez en él, se encuentra con el encargado de sistemas que le informa que alguien ha estado mirando pornografía en su computadora y debido a un virus le han tenido que formatear el rígido con todos sus trabajos sin backapear.
Debido a esto debe atornillarse a la silla hasta las 17hs sin poder levantarse ni al baño, para terminar unas urgencias de trabajo.
Para ese entonces no distinguía sensorialmente sus caderas de sus tobillos, así que decide levantarse hasta la máquina de café a estirar las piernas; momento en el cual uno de sus compañeros le comunica que está indispuesta.
Luego de restregar el pantaloncito bajo la canilla del baño durante media hora, ya que se había acabado el jabón; decide ir con el lamparón rosado a buscar las fotos de las vacaciones con su novio, que él había dejado para bajar a papel.
Cuando les pega una ojeada empezando de atrás para adelante, nota que no reconoce bien el lugar donde posa su novio en las tres últimas fotos.
Es mas; mirando con atención, cae en la cuenta de que la mujer con la que está practicando el “pollo con papas” no es ella sino Patricia, su mejor amiga.
Totalmente olvidada de la bienaventuranza fecal y con un humor del orto, llega a su casa, prende la tele para distraerse y lo primero que aparece es el nuevo programa de Tinelli “Felando por un sueño"…
Reconozcamos que a veces el destino se va a la mierda.
En un acto final y desesperado, Teresa salta por el balcón y encuentra el alivio a su tormento en la dura acera, siete pisos mas abajo.
Exhalando los últimos estertores, descubre que tuvo la malaleche de aterrizar con la cara arriba de otro suculento sorete; en esta oportunidad se trataba de la anufactura de un fibroso Pitbull.
A lo lejos podia escucharse la voz de Ruben Blades cantar: “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay dios…”
Quien puede ser tan optimista para pensar que pisar mierda es un buen augurio?
Si así fuera yo sería millonario…